jueves, agosto 31, 2006

Odio Septiembre

Es Miércoles, 30 de agosto de 2006. Hace un rato que ha empezado a llover, pero sigue haciendo bastante calor en Valencia. Son las tres y media de la mañana. Yo sigo despierto. Estoy estudiando.

Hago una pausa para ir a por agua a la cocina y, por enésima vez en lo que va de noche, una frase vuelve a mi cabeza. Odio septiembre. Lo odio muchísimo.

Después de cinco años en la Universidad, se me sigue haciendo raro el tener que estudiar en verano, como si no fuera conmigo, como si todas estas largas noches de estudio fueran un mal trago que nunca más se repetirá.

Es curioso. Dicen que mientras uno se acostumbra muy rápido a las cosas buenas, nunca se acostumbra del todo a las malas. Compruebo, una vez más, que es cierto.

Pero ya vuelvo a mis libros, a mis apuntes, a mi trabajo. Porque la verdad es que ya queda menos para demostrar que puedo, para demostrarme, de una vez, que esto no se repetirá.

jueves, agosto 24, 2006

Crónica de un FIB anunciado, Parte II

La visión del camino de la muerte nos dejó un tanto decepcionados: ni venta de drogas, ni ataques, ni nada… ¡se nos había caído un mito! Afortunadamente, la constante presencia de guiris semidesnudas a causa del calor hizo que la experiencia no nos resultara del todo traumática.

Por fin estábamos a las puertas del FIB. La gente se apelotonaba en las colas de entrada, donde unos seguratas lidiaban con unos fibers que, como nosotros, estaban histéricos porque el concierto de Babyshambles había empezado. No es por nada, pero la imagen tenía un punto poético que no pasó desapercibido a ninguno de grupo… menos a Lopa (que antes no se había quitado la camiseta).

Sin tiempo para mirar el mapa, entramos directos a la carpa fiberfib.com, donde ya no cabía nadie. Para muchos el concierto de BabyShambles iba a ser de lo mejorcito del FIB, y nadie se lo quería perder, así que, tambaleantes a causa de la cerveza y el calor, tuvimos que abrirnos paso a empujones hasta conseguir hacernos un poco de hueco a mitad de carpa, en el lado derecho.

Pero nuestro esfuerzo mereció la pena; hacía un calor increíble, es cierto, pero el concierto fue genial. Además, el calor es algo que se debe asumir en una carpa fibera: pese a que la organización no dejaba de rociarnos con agua, el calor de los cuerpos cada vez pesaba más, hasta que al final lo olvidabas.

Doherty, entonces, cumplió: aunque el concierto no fue gran cosa (el registro de BabyShambles da para lo que da), fue muy divertido, muy gamberro. Además, el momento "Fuck Forever" fue apoteósico.

Al acabar el concierto, tocaba reponer fuerzas: compramos unos gofres, y mi queridísimo Viana (un colega de teleco) se encargó de que mi vaso no estuviese nunca vacío… Una vez se nos pasó el sofoco de la carpa y llenamos el estómago, volvimos a ser personas, y nos lanzamos a descubrir lo que el FIB podía ofrecernos.

Tras un breve reconocimiento del terreno (al final del día seguía con la sensación de no conocer todo el recinto), les presenté a todos a mi amiga Marta de teleco, que estaba de voluntaria. Puede que haya quien lo intente desmentir, pero el feeling con Javi DJ fue evidente desde el primer momento…

Sin embargo, no todo era encontrar el amor en el FIB: habíamos venido a por música, y por eso abandonamos el mundo mágico de los corazoncitos: en la carpa, the Walkmen nos entretuvo mientras hacíamos tiempo para que empezase el concierto de the Futureheads, decisión que luego lamentamos: aunque en la carpa nos lo pasamos genial, en el Verde lo tuvimos crudo para poder ver a la última sensación británica. A lo lejos, pues, pudimos corear el “ayayaya…” de "Man Ray", y de paso, conocer a algunas amables guiris… que tampoco nos hicieron demasiado caso. (Nota mental: a partir de ahora llevar siempre la camiseta, como dice mi hermana… tengo un “cuerpo raro”).

Tras the Futureheads, hicimos otro pequeño parón: era la hora de cenar, Marta tenía que volver a su stand, y Pablo quería darse una pequeña vuelta por la zona VIP (seguro que sólo para recordarnos que él era un VIP).

Casi todos nos decantamos por la pizza, y casi todos nos enfrentamos al mismo problema… ¡la pizza era enorme! ¿Cómo comerla? Pues bien, como buenos guarruzos fiberos, doblamos la pizza en dos y rezamos para que el tomate y los champiñones que iban cayendo al suelo no nos mancharan nada. Como después de cenar nos sobró algo de tiempo, Páncrat y yo aprovechamos para hacer una de esas cosas casi obligatorias en todo festival: comprar unas camisetas, decantándonos finalmente por unas de Arctic Monkeys. Como era de esperar, nos las pusimos e íbamos por todas partes diciendo que éramos hermanos…

Cuando la historia de las camisetas empezaba a cansarnos (tentado estuve de comprar una en la que decía "Follo mejor que bailo"), en el parquecito empezaron a escucharse los primeros acordes de the Pixies. En las imágenes de las pantallas gigantes, parecía que la gente se lo estaba pasando bien, así que pensamos que sería una buena idea acercarnos para allá.

Pero nos habíamos equivocado. Ir allí había sido una mala idea. Cuando no habían pasado diez minutos desde nuestra llegada, el concierto se suspendió por temor a las avalanchas. Como no sabíamos cuando se reanudaría, aprovechamos para ir al baño, comprar un par de cervezas y ganar posiciones junto a un grupo de guiris… De la reanudación recuerdo poco, a excepción del mítico "Where is my mind?", que sonaba al final de El Club de la Lucha.

Acabaron los Pixies y, tras un par de intentos frustrados de entablar contacto internacional, decidimos volver a la zona comercial (donde el corazón de Javi DJ latía con más fuerza) y recuperar fuerzas de cara a the Strokes, que empezarían una hora y media más tarde…

(continuará)

jueves, agosto 17, 2006

Crónica de un FIB anunciado, Parte I

Durante semanas parecía que el día no iba a llegar. Que iba a pasar algo. Que me iba a quedar sin FIB; que tantos meses de cuidadosa planificación, mentalización y captación de efectivos se iban a quedar en nada. Parecía que las hojas no quisieran caer del calendario, que nunca llegaría el 21 de julio…

La clase de francés resultó más interminable de lo habitual; ataviado con mis pantalones cortados la noche anterior (me quedaron que ni el de la barba de bricomanía), la camiseta más rockera que encontré en mi armario y unas All-Star nuevecitas, visualizaba los conciertos de los que esa noche sería partícipe mientras apretaba con fuerza mi entrada, el más preciado de mis tesoros en esos momentos. Fuera esperaban Jorge, Álvaro y Pablito, que con su incombustible Golf nos había librado del viaje en tren hasta Benicassim…

Al llegar, tras hacer una parada para que Pablito recogiese su entrada VIP (como se encargó de recordarnos durante todo el día), nos acercamos a retirar las pulseritas amarillas que, un poco más tarde, nos permitirían la entrada al recinto… ¡por fin éramos fibers!

La siguiente parada era la casa de Javi DJ, el miembro más anti-fibero del grupo (él no se mezcla con guarros), que gracias a su hermano (el incombustible Gololo) había conseguido un par de entradas, lo que significaba que tanto él como su “sosi”, Lopa, se unirían al grupo. Y fue durante el trayecto a su apartamento cuando nos dimos cuenta de una cosa: el FIB, entre otras muchas cosas, significa calor y cansancio. A un dan-up de distancia de un Mercadona atestado de guiris, llamamos al DJ para que pasara a recogernos. El calor era insoportable.

Dice la sabiduría popular que lo mejor para el calor es un buen chapuzón; y como la opción de Aquarama (la aventura te llama) no tenía demasiada fuerza, acabamos comiendo en el barco de los Aznar… La travesía nos sirvió para animarnos, visitar una playa nudista (frente a la que nos bañamos, aunque sólo los Javis hiciésemos “palmerita”), y empezar a beber cerveza, algo que ya no pararíamos de hacer en todo el día.

Pero ya tocaba volver. Al pisar tierra, cambiaron los semblantes. Nadie lo dijo, pero todos sabíamos que en ese momento empezaba lo serio. Mudamos nuestros cortos y casposos bañadores por unos más apropiados atuendos fiberos, y pusimos rumbo al recinto, haciendo una pequeña parada en el Mercadona para comprar cinco o seis litronas, que en un ejercicio de ingeniería (no hace falta que diga que se me ocurrió a mí), refrigeramos con maestría. El calor apretaba y aunque la cerveza estaba fría, todos fuimos despojándonos de nuestras camisetas. ¿He dicho todos? Quería decir todos menos Lopa. De hecho, uno de los grandes momentos del FIB fue aquél en el que todos (menos Lopa) nos quitamos la camiseta.

Medio en bolas y mareados, cada vez estábamos más cerca. El concierto de Babyshambles empezaría en breve, así que apretamos el paso y, por fin, como si de un oasis se tratara, el camino de la muerte se abrió ante nosotros. Habíamos llegado.

(continuará)

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.