sábado, noviembre 25, 2006

Las cosas que quiero decirte

Hoy te escribo porque sé que no lo leerás. Hoy te escribo porque de repente me he puesto a pensar en ti, y no consigo sacarte de mi cabeza. Porque no quiero sacarte de mi cabeza. Hoy te escribo porque te echo mucho de menos.

Quisiera decirte mil cosas, pero las palabras se atropellan en mi mente, no quiero olvidar nada… No puedo parar de pensar en lo especial que fuiste para mí, en el modo en que cambiaste mi vida, mi modo de ver el mundo; en todo lo que aprendí contigo y nunca olvidaré… pero no, no encuentro las palabras adecuadas para hacerlo.

No quiero que pienses que fantaseo con la idea de volver, de que todo vuelva a ser como antes: los dos hemos cambiado demasiado, y resultaría inútil pensar en volver a encontrarme a la persona de la que me enamoré, porque yo también soy distinto. Simplemente, aun no ha llegado nadie que me calase tan dentro del alma como tú, nadie que me haya inspirado a ser mejor, como hacías tú. Todo parece vacío, fútil; he perdido mucho tiempo buscando a alguien como tú, hasta comprender que persigo un imposible, hasta entender que quien llegue será distinta, no para construir una relación sobre unos viejos cimientos, sino para sentar los suyos propios.

Espero que esta tonta carta no te haya molestado, pero es algo que necesitaba escribirte. A veces me gusta pasearme por nuestros recuerdos, por nuestros buenos recuerdos. Ya me conoces, siempre he sido un nostálgico empedernido y bobo.

Un beso muy fuerte. Puede que después de todo, simplemente necesitara decirte que te quise más de lo que he querido nunca a nadie y que, en cierto modo, siempre te querré.

Ojalá seas muy feliz.

miércoles, noviembre 22, 2006

La Orla

Hoy he recibido una llamada del estudio fotográfico donde me hice la orla. Quieren saber si pasaré a recogerla o si, simplemente quería figurar en ella. Les he contestado que no lo sabía.

Al colgar me he quedado serio, pensativo. ¿Cómo que no lo sabía? ¿Qué clase de respuesta era esa? ¿Qué significaba?

Por un lado, quiero recoger mi orla; me hace ilusión guardar un recuerdo de mi paso por la Universidad, de mis compañeros. Me gustaría poder colgarla en mi despacho, o en mi estudio, o donde sea y sentirme orgulloso de haber formado parte de algo tan grande.

Pero otra parte de mí no quiere recogerla. Recoger la orla sería la confirmación de que, con 23 años, aún no he acabado la carrera; es más, ni siquiera nunca he trabajado en algo serio. Me entristece, mejor, me avergüenza tener ya la orla. A veces pienso que tal vez no debiera haberme hecho la foto todavía.

Recoger o no recoger. He aquí el dilema.

Sin embargo, la verdadera naturaleza de mi problema no estriba en el absurdo dilema de la orla, sino en la constatación, orla mediante, de que algunas veces tiendo a escapar de los asuntos peliagudos. Y no me gusta. Creo que en esta vida hay que dar la cara, para bien o para mal, pero siempre hay que ir de frente, con todo lo que se tiene, con todo lo que se es. Escapando sólo se consigue empeorar las cosas, y ¿sabéis qué? Al final uno nunca puede correr lo suficiente.

Pero decir es mucho más fácil que hacer. Tengo que hacer algo. Ya lo tengo. Mañana llamaré al estudio. Quiero que me preparen la orla. Quiero enfrentarme a la maldita orla. Quiero cambiar. Quiero ser un hombre nuevo, el hombre que quiero ser.

sábado, noviembre 18, 2006

Horror Vacui

Tengo la mente en blanco. Vacía. Intento escribir y no se me ocurren más que banalidades, tonterías sin interés alguno. Es desesperante.

En el iPod suena un grupo grandísimo, El Cuarto Pasajero, valencianos y amigos míos. No deja de sorprenderme el hecho de que no haya empezado a apreciarlos hasta haberlos visto en directo, el miércoles pasado en un concurso de maquetas en el Loco. Tiene narices. Les compras medio millón de maquetas, pero no los escuchas hasta que la noche, la cerveza y una banda de erasmus te arrastran hasta el local. Supongo que son cosas que pasan.

Una de coincidencias: en el concurso me encontré a una chica con la que salí hace medio millón de años (o más), que actualmente es la novia del líder de Bisiesta, el grupo que tocaba después (rivales, por tanto, de E4P). Estaba guapa, y la verdad, en su día no hubiera apostado por que hubiese envejecido tan bien…

Hay poca gente en el Messenger. Deben andar todos de fiesta, como yo hace cosa de una hora. Tal vez no debiera haber vuelto tan pronto, no sé, pero mañana quisiera ir a ver a Maxïmo Park y tampoco quiero jugármela. Lo único que sé es que no me apetecía hacer botellón.

Siempre nos pasa lo mismo: una noche que promete mucho acaba degenerando en un botellón interminable, paranoico (hay que ver cómo se ha puesto la policía en Valencia), y al final llegamos tarde y tocados a casa, incapaces de madrugar (y yo mañana tengo clase de Francés de 9:00 a 13:30). No merece la pena, la verdad, aunque me ha alegrado mucho ver a la gente del equipo, preparando la nueva temporada en Primera (¡Aúpa Atletas!)

Mañana además empiezo con el “tándem” hispano-francés. Me siento impaciente, ilusionado como un niño en la noche de Reyes. Espero que funcione bien, porque puede ser genial de cara al año que viene. Ya os contaré.

Hablando de ilusiones: ¿sabéis ya lo que queréis para Reyes? A mí me da vergüenza decirlo, pero ya casi lo sé: el nuevo Zune o una cámara de vídeo en dvd… Es lamentable que las fiestas navideñas se hayan convertido en excusa para hacer los gastos importantes del año, pero todo el mundo lo hace y parece que eso nos quite parte de la culpa, ¿o no?

Bueno, son las tantas y mis amigos ya deben de estar subiéndose a las farolas, tal vez debiera hacer los deberes de francés e irme a dormir. Mañana estaré reventado. Otra vez.

Hay que ver las cosas que a uno se le ocurren a estas horas.

jueves, noviembre 16, 2006

Todo lo que quieres

Hoy, de camino a la Universidad en el autobús, el iPod me ha regalado una canción que hacía tiempo que no escuchaba, “Everything you want”, de Vertical Horizon.

Resulta curioso que esta canción irrumpa periódicamente en mi vida, despertando la vieja nostalgia, el agobiante déjà vu que siempre suscita la misma pregunta: ¿qué pasa si he conocido al amor de mi vida y lo he dejado pasar?

Hace ya bastante tiempo que no conozco a nadie que me llegue, que me haga sentirme exultante de alegría, vivo, feliz, enamorado, y después de tanto tiempo, empiezo a plantearme si lo que estoy buscando realmente existe, si no lo he encontrado ya, o simplemente lo dejé pasar, si la oportunidad que espero ya no volverá.

Bueno, no os preocupéis, ya sabéis cómo soy… estoy enamorado del amor, aunque la verdad es que a veces me siento un poco solo. No sé, puede que sólo eche mucho de menos estar enamorado. Puede que sólo sea un viejo de 23 años. Ya se me pasará.

Os dejo con el estribillo:

He’s everything you want
He’s everything you need
He’s everything inside of you
That you wish you could be
He says all the right things
At exactly the right time
But he means nothing to you
And you don’t know why

y con el final:

I am everything you want
I am everything you need
I am everything inside of you
That you wish you could be
I say all the right things
At exactly the right time
But I mean nothing to you and I don't know why
And I don't know why

lunes, noviembre 13, 2006

El elefante anoréxico (y otras historias de la selva)

Hace cosa de un par de semanas que los medios se hicieron eco de una noticia: investigadores estadounidenses habían descubierto que los elefantes se reconocían en un espejo.

El descubrimiento, que no reviste mayor importancia que “la desde ahora consideración de los elefantes como una especie más de un grupo especial de animales, con una vida social compleja y un alto nivel de inteligencia”, me ha hecho pensar acerca de los complejos y los problemas de inadaptación de las sociedades modernas.

Porque puede que tal vez ahora que los elefantes del zoológico del Bronx tienen un espejo para mirarse y puedan compararse con sus semejantes, empiecen las envidias, los complejos e incluso se produzca un cambio en la jerarquía.

Es habitual que con la conciencia de uno mismo empiecen la inevitable comparación con todos los demás, el sano afán de superación y los enfermizos intentos de dominación. Tal vez por eso cuando un ermitaño vuelve a la civilización acaba sintiéndose miserable… porque se da cuenta de que no es nada, de que su existencia no ha supuesto nada para nadie, de que no ha cambiado nada.

Esto me lleva a un excelente libro, "Flores para Algernon", de Daniel Keyes, que narra en primera persona la experiencia de un deficiente mental al que, mediante una novedosa técnica quirúrgica, se le convierte en un genio. Y aunque el viaje intelectual del protagonista es bastante interesante, lo es más el emocional: al principio del libro, aunque todos se mofaran de él, se sentía feliz y aceptado, rodeado de amigos; sin embargo, al ir creciendo su inteligencia, al darse cuenta de lo que verdaderamente ocurría, pasa a sentirse miserable, huraño y desgraciado. Solo.

Puede que los científicos les hayan hecho un flaco favor a los elefantes regalándoles un espejo. Puede que no sea bueno saberlo todo, que un poco de ignorancia nos haga un poco más felices.

Tal vez dentro de un mes conozcamos al primer elefante anoréxico... quién sabe.

domingo, noviembre 05, 2006

Lo mejor del mundo

El insomnio, como todos los buenos amigos, ha vuelto sin avisar. Se ha traído un montón de canciones y unos cuantos viejos álbumes de fotos, que me dedico a mirar de cuando en cuando. Aunque apeste a obviedad, es increíble lo rápido que pasa el tiempo…

Entre todas esas fotos, arropado por la música de Blur (llueve en Valencia y eso invita a ponerse brit), he encontrado una en la que aparecemos mi hermana pequeña, Marta, y yo juntos en una cuna. Ella sonríe, feliz, mientras yo la miro embobado. Igual os parece una tontería, pero se me han puesto los ojos llorosos.

Recuerdo que cuando nació Marta, mis padres me dijeron: “Tu hermana es la cosa más importante que tienes en el mundo. La gente podrá ir y venir, algún día papá y mamá ya no estarán, pero pase lo que pase, tu hermana siempre estará ahí, así que tienes que cuidarla mucho.” Aunque probablemente fuera el tipo de discurso que se da para evitar que dos hermanos se peleen, es algo en lo que pienso muy a menudo.

Al cabo de un rato, cuando he vuelto a esa foto, me he dado cuenta que lo mejor del mundo es tener a alguien a quien amar incondicionalmente. Es bonito saber que serías capaz de dar tu vida por alguien sin dudarlo, sin cuestionarlo siquiera, simplemente por amor. Me he dado cuenta de que lo mejor que hay en mi mundo es mi hermana Marta, de que siempre lo ha sido… y eso me hace muy feliz.

Y… para ti, ¿qué es lo mejor del mundo?

viernes, noviembre 03, 2006

Abrazos Gratis en Valencia

Ayer me llegó este e-mail que me gustaría compartir con vosotros:

"Soy Jano, el del vídeo de "Abrazos Gratis" en Valencia. Para todos aquellos a los que os gustó el vídeo y os dieron ganas de repartir abrazos a todo el mundo os informo de que vamos a repetir la experiencia pero esta vez con muchos carteles. Se va a animar mucha gente gente, pero cuantos más seamos, mejor.

Bueno aquí va toda la info: el punto de partida será la Plaza del Ayuntamiento, el día el sábado 4 de noviembre. Cada uno pone su cartel, quedaremos allí a las 3:30.

Nosotros llevaremos bocadillo para comer en la misma plaza, y luego daremos una vuelta por el Carmen. Todo el que quiera venir por supuesto esta invitado a lo que promete ser una buena tarde."

El vídeo de abrazos gratis en Valencia lo podéis encontrar en este enlace.

¡Un abrazo a todos!

jueves, noviembre 02, 2006

No hagas hoy...

En uno de los flexos de mi habitación falta una bombilla. La anterior se fundió hace seis o siete meses, y desde entonces me veo obligado a robarle la suya a mi hermana cada vez que necesito iluminar toda mi mesa, algo que sucede bastante a menudo.

Lo que comenzó como un parche temporal ha acabado perdurando, y aunque cada vez que lo tengo que hacer me prometo a mí mismo que esa será la última vez, que al día siguiente iré a la tienda y compraré una bombilla nueva, al cabo de un par de semanas me veo en el cuarto de mi hermana, desmontando su flexo.

Me intriga esta tendencia del hombre a retrasar las cosas lo máximo posible: bajar la basura, barrer, devolver un DVD del videoclub, comprar el pan… son tareas ingratas que siempre pueden esperar, aun a sabiendas de que finalmente nos veremos obligados a llevarlas a cabo. Entonces… ¿no sería más lógico hacerlas lo antes posible para así librarnos de ellas?

Hoy he tenido que volver a tomar prestada la bombilla de mi hermana, pero es la última vez. Mañana compro una bombilla. Palabra.

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