sábado, enero 27, 2007

La gran noticia

Hacía una semana que no se hablaba de otra cosa. En cada descanso, cola en la máquina de café o prolegómeno de examen, las teorías se sucedían a un ritmo vertiginoso, creyendo reconocer en todas partes la sonrisa cómplice del que lo sabe todo, pero no lo quiere decir. ¿Qué era aquello tan importante que Pablo tenía que decirnos el viernes?

Camino del restaurante -el Crapapelata de la calle Salamanca- no paraba de pensar en la llamada perdida de Pablo que no devolví la semana pasada. ¿Para qué me había llamado? ¿Acaso tenía algo que decirme? Bien pensado, Paco había sonado bastante misterioso esa tarde al teléfono. Seguro que él sabía algo.

Cuando llegué -tarde, como de costumbre- casi todos ya estaban sentados. Saludé rápido a todo el mundo, dejando al misterioso Pablo para el final. Mientras le daba el abrazo de rigor, sentí que ya no podía aguantar más, así que le espeté:

- Bueno -y, al mirar alrededor, me di cuenta de que todos ya lo sabían- ¿no tienes nada que contarme?

La respuesta me dejó helado.

- Pues… -el cabrón se hacía de rogar- la verdad es que sí tengo una noticia. Tras lanzar una mirada rápida al grupo, me volvió a mirar y me dijo: María -su novia- se casa.

Un momento. Vamos a pararnos un segundo. Si María se casa es que… ¡Pablo se casa! ¡Esa era la gran noticia! De repente sentí que me había quedado helado, mirando a mi amigo con la boca abierta, provocando su carcajada.

- Tío... -estaba intentando pensar algo acorde con ese momento- ¡que te casas! -vale, no había sido algo memorable, pero me habían pillado por sorpresa- ¡que os casáis!

Después de una representación de la pedida (a la que no estamos invitados), con anillo del todo a 100 incluido, empezamos a cenar entre bromas, abrazos varios y un montón de buenos deseos. Paco y yo recibimos el encargo de organizar la despedida de soltero, y en seguida nos pusimos a barajar ubicaciones, fechas y bromas varias para la fiesta. La boda es en octubre, y no teníamos tiempo que perder.

Ha sido al volver a casa cuando, al sentarme en mi mesa para estudiar, he vuelto a pensar en mi vida congelada. Técnicamente, si un amigo mío se casa… ¿estoy en edad de casarme? ¡Pero si ni siquiera tengo novia!

El tremendo agobio que he sentido me ha reafirmado en mi voluntad de descongelar mi vida, de no dejar pasar las oportunidades, empezando desde ya mismo. Puede que no sea tan difícil, dicen que en las bodas se liga un montón, ¿no?

Pero agobios aparte, sobre todo me he alegrado muchísimo por la pareja, porque han tomado la decisión más importante de sus vidas. Espero que sean muy felices.

jueves, enero 25, 2007

A oscuras

Últimamente no pienso en otra cosa. Doy vueltas en la cama y no consigo dormirme. Intento no pensar, dejar la mente en blanco, pero no lo saco de mi cabeza.

No me va a dejar en paz hasta que le haga un poco de caso.

Me levanto de la cama, me pongo una rebeca y me siento frente al ordenador. En los cascos el último disco de Jay-Jay Johanson, que suena justo como necesito para poder pensar con un poco de calma. Antes de darme cuenta, estoy delante del teclado, a oscuras, pensando.

Me siento como un saltador de pértiga. A través de la calle, recta y estrecha, veo el listón. Mi listón. Los jueces esperan. Todo parece muy simple; sólo hay que saltar.

Antes de empezar la carrera miro al público, que abarrota el estadio. Aunque me pone un poco nervioso, es bonito sentir que estás arropado. Entonces empiezan las palmas. Rítmicas, marcan mis pasos. El estadio tiembla. Empiezo a correr. Me he preparado mucho tiempo para este momento. La gente está esperando. No puedo fallar.

Ya no puedo fallar.

domingo, enero 21, 2007

Remordimientos

En esta época del año, en la que me toca vivir encadenado a mi silla, de vez en cuando caigo en la emboscada de mis recuerdos.

Hoy no puedo dejar de pensar en algo que pasó hace un par de años, cuando mi impertinente impaciencia me alejó de una de las personas a las que más he querido y quiero.

Y aunque nada de lo que piense va a cambiar las cosas, en días como hoy no puedo dejar de preguntarme qué hubiera pasado si, en lugar de precipitarme, hubiera sido un poco más paciente.

Después de un rato de silenciosa lamentación, vuelvo a mis apuntes, sabedor de que siempre me quedará el refugio del recuerdo de aquello que pudo ser, pero que no dejé que fuera.

Honor

Recuerdo que hace ocho o nueve años me regalaron por Reyes un libro sobre mitología Griega, cuyo nombre no recuerdo y que me cambió mi prima María por “El dios de las pequeñas cosas”, perdiéndolo de vista para siempre.

Muchas han sido las tardes que he perdido buscando aquel libro gordo de tapas blandas que tanto me enseñó en los recreos del colegio, pero por mucho que he buscado nunca he conseguido encontrarlo.

Llevaba mucho tiempo sin pensar en él, hasta que hoy ha vuelto a mi mente al ver el tráiler de 300”, la película que narra la Batalla de las Termópilas, y que me ha dejado completamente anonadado. A medida que pasaban los fotogramas, he sentido renacer mi vieja pasión por la historia griega, dándome cuenta de que fue algo que abandoné a medias, o que tal vez ni siquiera llegué a empezar nunca.

En esta época sin ideales, donde se nos ha dado todo hecho y se fomenta la absoluta aceptación de nuestras circunstancias vitales, vienen a mi cabeza esos guerreros que sólo luchaban por honor, y me pregunto si en esta época, con tanto hedonismo, Internet, prêt-à-porter y demás chucherías, hemos perdido nuestro honor por el camino.

Hoy en día, la gran masa ensalza a aquellos que en televisión mienten, insultan, y se traicionan. Los ídolos del siglo XXI son personajes egocéntricos y amorales, infelices e insaciables en su afán de notoriedad, que se devoran entre sí para mantener abierto el circo catódico a siete pistas.

Y pensando en ello, he llegado a la conclusión de que puede que la clave para vivir más felices esté en vivir con honor, con honradez. Como aquellos griegos sobre los que leía contra la pared del patio, cuando era pequeño.

Puede que un simple código de honor nos ayude a vivir más tranquilos.

jueves, enero 18, 2007

Festival Vinilo Valencia

Mañana por la tarde se celebrará en Flow (Plaza Honduras, 35) el Festival Primer Aniversario de Vinilo Valencia, un programa de ACM radio sobre música pop que, la verdad, está bastante bien.

Desde el programa me han hecho llegar el cartel del Festival, donde estará presente toda la "escena" valenciana, con grupos como Ciudadano, Bisiesta, Danny Mellow, Gilbertástico, Hän Solo, Bárbaros del Ritmo… culminando a las doce y media con la actuación de DJ Amable, de Razzmatazz (Barcelona).

Yo todavía no sé si podré dejarme caer por ahí (malditos exámenes), pero os animo a ir, que además la entrada es gratuita…

Los organizadores de todo esto son los chicos de Vinilo Valencia, que se puede escuchar en ACM Radio (94,5 FM) todos los jueves a las nueve de la noche.

Si os gusta el rollo del Festival, os gustará el programa.

La vida congelada

Hoy me ha llamado un amigo para decirme que, después de un par de entrevistas, le han llamado de un trabajo. ¡De un trabajo! De repente, me he sentido el chico de 23 años más viejo del mundo.

Aunque me he alegrado mucho por mi amigo, no he podido evitar pensar en mi vida, en mi vida congelada. Y no era la primera vez. Siempre que hablo con alguien de mi edad, que por haber elegido una carrera más corta, o más fácil, o por haber tenido más suerte, ya ha terminado, siento el dolor del que sabe que todavía no ha hecho nada útil con su vida.

A veces me parece que el día que entré en la Universidad, hace ya cinco años y medio, mi vida quedó en suspenso, congelada en una bolsa hermética con la fecha en una etiqueta, y que no podré recuperarla hasta después de acabar la carrera. Mi vida se ha parado, y hasta que no acabe con esta etapa no podré pasar a la siguiente.

Este año parece que los exámenes están saliendo bien; a ver si consigo volver a ponerme en marcha. Quiero descongelar mi vida.

martes, enero 16, 2007

Deporte y exámenes

Ahora que hay que pasarse toda la noche en blanco estudiando, va y empieza el Open de Australia de tenis, como todos los años.

¿No os habéis dado cuenta de que los exámenes siempre se celebran en paralelo a los grandes eventos deportivos? ¿Acaso es un malvado plan para dejar a los estudiantes sin tiempo de sueño? Yo estoy convencido de ello.

Para los que todavía no se lo crean, dejo esta lista, a ver si os hace pensar: Roland Garros, Wimbledon, el Mundial, el final de la Liga, la final de la Champions, el Mundial de baloncesto…

Lamento hacer posts tan cortos y triviales, pero esta es, con diferencia, la peor semana de exámenes.

lunes, enero 15, 2007

El momento de la verdad

Hace unos meses descubrí qué era lo que quería y qué tenía que hacer para conseguirlo. Desde entonces, me he matado a estudiar con la mirada siempre fija en mi meta, renunciando a muchas cosas por ello.

Mañana tendré el primer examen, la primera oportunidad para demostrarme de que voy en serio. El momento de la verdad.

Tengo mucho miedo, pero sé que todo saldrá bien.

sábado, enero 13, 2007

Las aventuras del asombroso Chico Burbuja

Dicen que las grandes historias de superhéroes empiezan con un hecho traumático, que les marca para siempre: Superman un día descubrió que era adoptado, Batman cayó en una cueva llena de murciélagos, y yo me desperté el miércoles con treinta y nueve grados de fiebre. Vale, no es lo mismo, pero yo no soy Batman, ni tampoco el Hombre de Acero. Sólo soy el Chico Burbuja.

Todo empezó cuando una noche llegué de jugar un partido de fútbol con mis amigos. Sudado y en camiseta, esperé hasta después de cenar para darme una ducha. Y eso me iba a cambiar para siempre, aunque entonces yo no lo sabía.

Cuando al día siguiente desperté febril, mis padres convocaron a los más insignes científicos del mundo para encontrar una cura a mi mal: los exámenes empezaban el lunes siguiente, y de ningún modo me podía pasar la semana entera en la cama. Al final del día, el Profeson Von Burbujen encontró la solución: yo debería vivir para siempre en una burbuja para, una vez curado, no enfermar nunca más. Y nació el Chico Burbuja.

El Chico Burbuja vive, como su propio nombre indica, en una burbuja, que en este caso ha adoptado forma de casa. De mi casa, para ser mas exactos. Dentro de la burbuja la vida es plácida y aséptica, y los atracones de puré de verduras, vitaminas, zumo de naranja y antibióticos están a la orden del día. Se podría decir que la vida en la burbuja no es mala del todo.

Entre los poderes del Chico Burbuja se encuentran:

- Comer galletas con nutella de madrugada.

- Tomar pastillas cuatro veces al dia.

- Poder dormir a cualquier hora del día sin ser reprendido.

- Acaparar mantas y mimos.

- Exención de recados y similares.

El lunes será un gran día para el Chico Burbuja: tiene su primer examen, al que tendrá que acudir con su otra identidad, Javi, (es decir, tendrá que ponerse los calzoncillos por dentro y gafas). Al acabar, de vuelta a la burbuja, no sea que vuelva a enfermar…

Para enseñaros el interior de mi burbuja, os dejo el videoclip de una de mis canciones favoritas: Such Great Heights, de The Postal Service. ¡Disfrutad!

viernes, enero 12, 2007

Putas de anuncio

Hoy mientras merendaba me he fijado, como antes muchas veces, en la sección de anuncios por palabras del periódico. Como casi todos los españoles, abro el diario por las páginas de deportes, para después deslizarme hacia las páginas de televisión. Las secciones de información nacional e internacional las dejo para más tarde, cuando tengo el cuerpo preparado para emociones fuertes.

Entre los deportes y la programación televisiva está la sección de anuncios por palabras. Desde inmobiliarias a agencias matrimoniales, todo tiene cabida en ese cajón de sastre en el que siempre me detengo unos minutos aunque no necesite nada de lo que en él se ofrece. Pues bien, de todos los anuncios, los que más poderosamente me han llamado la atención siempre han sido los anuncios de putas.

Los anuncios de putas son, desde mi punto de vista, un reflejo de la realidad de la que forman parte. Sólo la gente que acaba buscando sexo en un periódico puede leer nombres como “Jade y Terciopelo”, “Las Rosas -elegantes señoritas-” o “Paraís” sin que se le pasen las ganas de echar un polvo.

Ojear esta sección nos hace tomar contacto con el mundo en que creíamos no vivir: fotos de señoritas (porque siempre son señoritas) en posturas provocativas, pechos y culos al descubierto, con su número de teléfono debajo. Algo curioso es que no recuerdo que nunca hayan cambiado las fotos de los anuncios (y, como ya he dicho, soy lector asiduo de la sección), así que si alguien acudiese hoy a “Las Rosas”, atraído por las dos tías del anuncio, bien podría encontrarse a dos señoras de la edad de su madre. Expertas y dulces, como promete el anuncio, sí, pero mayores. Es por tanto, ésta una sección del periódico donde nos pueden contar alguna mentirijilla.

Existe además en la página de las putas un pequeño submundo de anuncios sin foto, ofreciendo masajes casi siempre, aunque a veces uno encuentra pequeñas joyas como: “Urgen Señoritas. De 18 a 35 años. Buena Presencia para 24 horas. Horario a convenir. Ambiente familiar”, o “Brasileñas besuconas. Mulatilla 110. India gorda 120. Completas.”

Un par de aclaraciones: -uno- dudo mucho que en un burdel uno pueda encontrar algo remotamente parecido a un “ambiente familiar”, tal y como reza el anuncio y -dos- ¿por qué vale más dinero la india gorda? No lo entiendo.

Mención aparte merecen los anuncios amateurs. Desde mujeres que quieren engañar a su marido: “¡Casada! Española, insatisfecha. Mi marido no lo sabe”, a “Amas de Casa insaciables”, pasando por una recién nacida generación de depredadoras sexuales “Españolas, 30 euros. Dieciochoañeras, superpechos, multiorgásmicas, supercomplacientes”… ¿Niñas multiorgásmicas? ¡Superchachi!

La sección de contactos es, en resumen, el pequeño homenaje que, cada día, hace nuestra sociedad al segundo oficio más antiguo del mundo (por detrás de las Matemáticas), y como tal, debemos sentirnos con la obligación de conservarla y perpetuarla, para que no se pierda.

Bueno, espero que este pequeño repaso a las putas de anuncio os haya animado a dejaros caer alguna vez por los anuncios por palabras de vuestro periódico. Con las noticias de hoy en día, tal vez sea la sección menos deprimente de todas.

miércoles, enero 10, 2007

Al vacío

Es en estas noches de estudio cuando dedico más tiempo, entre problema y problema, a repasar los últimos años de mi vida; de noche mi implacable subconsciente toma el control, y no tengo más remedio que escucharle.

A mitad de un diseño me ha asaltado hoy la pregunta: ¿eres feliz?... ¿has conseguido ser feliz?

Me dedico a rebuscar, como un mendigo, entre mis recuerdos; apartando recuerdos metidos en plástico, que si no cogen polvo, que hace que parezcan un montón de sándwiches envasados al vacío. Convenientemente etiquetados, los buenos recuerdos, empiezan a caer de las estanterías que comparten con los malos.

¿Por qué será que conservamos los malos recuerdos?

Pasa el tiempo, y yo sigo rebuscando: uno bueno, dos malos, tres buenos… ¡hay tanto que ordenar! Poco a poco empiezo a darme cuenta de todo lo que tengo; de que la felicidad no sólo está hecha de grandes acontecimientos, sino que éstos son sólo la cáscara, mientras la verdadera felicidad está en las cosas pequeñas, cotidianas. Y cuanto más lo pienso, más feliz me siento, y eso hace que me sienta todavía más feliz.

De repente, me doy cuenta. Puede que mi vida no sea perfecta, pero es mi vida, y soy feliz con ella.

Con una media sonrisa, vuelvo a mis apuntes. Tengo mucho por hacer.

lunes, enero 08, 2007

Vuelta a la realidad

Es domingo por la noche y mañana tendré que volver a la rutina. Atrás quedarán dos semanas atípicas, de cenas copiosas, regalos y noches de insomnio. Delante, madrugones, exámenes y biblioteca, mucha biblioteca.

Después de tanto tiempo con el horario cambiado, no puedo dormirme tan pronto. Me quedo tumbado, viendo pasar los minutos, que se proyectan en el techo de mi habitación. Intento dejar la mente en blanco, pero es imposible. Pienso en mañana, en volver a la facultad, en los compañeros, las tutorías y la máquina de café. Pienso en una semana empezarán los exámenes y siento un poco de pánico. Ojalá pudiera quedarme un poco más, pedir cinco minutos de permiso en esta realidad alternativa donde nada puede hacerte daño.

Mañana vuelvo a la realidad, y nada va a evitar que me enfrente a ella.

domingo, enero 07, 2007

Ilusión

Son aproximadamente las seis de la mañana y me revuelvo inquieto en la cama, incapaz de dormir. Es la noche del día cinco, y si al levantarme de la cama me encuentro con los Reyes Magos, me dejarán sin regalos. Al menos, eso es lo que siempre me dijeron. Como no me apetece comprobarlo, me hago un ovillo y espero a que se me pasen las ganas de ir al salón.

Cloc. ¡Un ruido! ¡Puede que sean ellos! Cierro los ojos e intento hacerme el dormido: no quiero que me vean despierto... Pero sigo tenso, así que empiezo a repasar mentalmente la lista de las cosas que debía hacer, no vaya a ser que se me hubiera olvidado algo. Tras cavilar un poco, resuelvo que cuando lleguen Sus Majestades todo estará a su gusto. Eso me tranquiliza un poco. Clap. Otro ruido... ¿No pueden acabar de una vez?

Al final, me duermo.

Me encanta el momento de levantarme el día de Reyes. Parecerá una tontería, pero soy de los que se siguen ilusionando con la llegada de la Navidad, decorando el árbol, cantando villancicos y todas esas tonterías que tanto avergüenzan a muchos de mis amigos. Y, de todas esas cosas, una de las mejores es el día de Reyes.

Les decía a los Reyes Magos en mi carta de este año que, después de mucho tiempo, me había dado cuenta de la verdadera naturaleza de su magia. Ésta no estriba en poder entrar en todas las casas, ni en conocer todas las direcciones, no en recorrer el mundo en una sola noche. No. La magia de los Reyes Magos reside en su capacidad para ilusionarnos a todos, de hacer que caminemos nerviosos hacia nuestro zapato para ver qué nos han dejado.

Y nada de esto ocurriría sin todos esos Reyes Magos que hacen posible que conservemos la ilusión. Que se patean la ciudad para encontrar algo sorprendente, para dar con aquella camisa que un día nos gustó cuando pasamos por el escaparate; que nos llenan el zapato de caramelos. A todos aquellos que hacen que volvamos a sentir la ilusión de un niño cada seis de enero, gracias.

Nunca dejéis de ilusionaros.

miércoles, enero 03, 2007

Propósitos de Año Nuevo

Cada año por estas fechas, los gimnasios se llenan de gente. Se venden muchísimos libros para dejar de fumar. Chicles de nicotina. Bicicletas estáticas. Cursos de Inglés. Implantes de silicona.

Debe de ser algo psicológico. Estrenas calendario y lo único que ves son hojas en blanco, un montón de tiempo por delante. Una vida nueva abarrotada de oportunidades. Una moneda más, otra vida para ofrecer al mundo una versión mejorada de ti mismo.

La llegada del nuevo año nos recuerda que se nos acaba el tiempo, que ya nos queda un año menos para conseguir aquello que nos habíamos propuesto.

Con todo, al cabo de un par de semanas, cuando el hechizo de las fiestas desaparece y la rutina vuelve a apabullarnos con su constante traqueteo, vamos olvidando aquellos buenos propósitos. Se vacían los gimnasios y se llenan los estancos y pastelerías. Volvemos a nuestras vidas. A las viejas versiones de nosotros mismos, que nunca dejamos de ser.

Este año quiero brindar por los buenos propósitos. Animaros a todos a cumplir aquello que os hayáis marcado. No es tan difícil. Puede que sólo haya que ser un poco realista.

Dicen que nunca es tarde si la dicha es buena.

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