Los abuelos tatuados
Esta semana de vacaciones que me ha regalado la distribución de los exámenes de enero me ha servido para descubrir el mundo de los talk-shows matutinos, en los que un presentador y su equipo de colaboradores -lo que también se conoce como “el consejo de sabios”- se dedica a destripar la actualidad nacional en clave marujil.
Así pues, sin nada mejor que hacer -y siempre refugiado en el calor de mi cama (y de mi pijama)- esta semana he pasado las mañanas en compañía de Manuel y Susana, de Ana Rosa y sus testimonios en directo.
Aunque a mucha gente pueda parecerle irrelevante la opinión de la señora que vivía en la misma calle que el parricida de moda de la semana, yo encuentro en sus palabras una fuente inagotable de conocimientos. Me explico: además de geografía (o si no, ¿cómo iba a saber yo que Dólar es un pueblo de Granada?), en ellos uno puede descubrir acentos hasta entonces desconocidos -como el riojano- y, sobre todo, tomar conciencia de la verdadera realidad de España.
Hace tiempo que España dejó de ser un país de gente repeinada, aseada, donde hasta el más pobre lucía impecable y gentil, preocupado del qué dirán. España es hoy un país de obreros, con chalecos azules y cabezas rapadas. De pendientes en las dos orejas. De cuerpos tatuados. El país de horteras que denunciaba desde hace años y que por fin ha dejado de ser invisible.
Basta con darse una vuelta por un centro comercial: el español medio luce pelo engominado, músculos esculpidos a golpe de esteroides, y tatuajes, cuanto más mejor: un par tribales, su nombre en chino, y el nombre de su última churri. Ochenta kilos de carne que viven esclavos de su imagen, de una visión de sí mismos que ellos no inventaron, pero que se ven condenados a mantener, atrapados como están en su particular versión de "Quiero ser como Beckham".
Aunque es una forma de vida que nunca he conseguido entender, lo que más me ha llamado la atención siempre ha sido la obsesión por los tatuajes. ¿Acaso no saben que un tatuaje es para toda la vida? ¿De verdad piensan que toda esa parafernalia estará de moda siempre? ¿Qué harán entonces nuestros fashion-victims del andamio?
Si las cosas no cambian, en 40 años Benidorm estará lleno de abuelos tatuados. Viejos que, embutidos en una vieja camiseta que marca su pecho caído, mirarán el mar con la nostalgia del que recuerda tiempos mejores.
6 comentarios:
Me sale una medio sonrisa irremediablemente al leer este post, es de lo que estuvimos hablando ayer.
Y es totalmente cierto, dentro de 20 ó 30 años vamos a ver las playas llenas de abuelos tatuados, aunque quien sabe, a lo mejor para entonces hay métodos para eliminarlos que no sean muy agresivos para la piel.
Yo estoy pensando en hacerme uno, en el omoplato izquierdo, que no se ve mucho, y me mola.
Ya te contaré, 1 abrazo!
No te digo nada nuevo... ¡vas a ser un abuelo tatuado!
Piénsatelo mucho...
Hola Javi. Yo creo que buena parte de esos programas de testimonios (sobre todo los enfocados a sucesos) han hecho mucho daño a la sociedad. Te pongo un ejemplo: Mi abuela veía el "Punt de mira", y decían aquello de "res feia sospitar al barri de (el que sea), que un veí fora un assasí ..bla bla bla" " y luego sacan a la vecina que dice "pues yo me lo cruzaba en el ascensor y era muy amable"....
Luego le decíamos a mi abuela que ibamos a dar una vuelta, y se preocupaba un montón por el miedo que le metían de lo que pasaba en la calle...
En fin. Una abrazo
A mí me gustan más las abuelas que, después de haberse cruzado a un vecino durante veinte años en una relación de absoluta cordialidad, al día siguiente de que éste mate a toda su familia dicen delante de las cámaras: "ya sabía yo que ese chico no tramaba nada bueno..."
Un abrazo fonsis!
Buenas a todos!
Me hace mucha gracia pero este tema me ha recordado algo que me llamó mucho la atención este verano cuando fui de vacaciones a Barcelona a visitar a mi familia. Resultó que me di cuenta que casi todo el mundo (me refiero a gente de nuestra edad o más joven) tenía o tenían un tatuaje, un piercing o las dos cosas. De hecho, mis primas (que la que más sólo tiene 15 años) ya estaban mareando a mis tios para hacerse una cosa u otra. Me chocó mucho esa ansia por hacerte algo en el cuerpo.
Besos a todos y disfruteis de la paz después de los examenes!
Sí, la verdad es que nunca entenderé ese ansia de la gente de marcarse de por vida...
En fin, dentro de unos años... nos reiremos, y mucho!
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