sábado, mayo 13, 2006

De feminismos y otras gilipolleces


El otro día me desayuné con una noticia más bien extraña: la vicepresidenta De la Vega ha organizado una cena para homenajear a la presidenta chilena, Bachelet, a la que únicamente acudirán mujeres. Como se puede leer en “Paz Digital”:

“Para el miércoles día 10 de mayo, la vicepresidenta primera del Gobierno ha organizado una cena en honor de la jefe de Estado chilena, Michelle Bachelet, cena a la que sólo han sido convocadas mujeres, representantes del mundo de la política, la economía y la cultura. El artículo14 de la Constitución prohíbe que prevalezca "discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, SEXO, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social". Pero la Constitución es papel mojado cuando el mismo gobierno practica la discriminación, aunque sea en un acto protocolario.”

Es curioso ver cómo el movimiento feminista pretende recuperar el tiempo perdido… imitando aquello contra lo que lucha. Porque… ¿qué es el feminismo? Pues bien, tomas el machismo, y cambias donde pone mujer, por hombre y viceversa. ¡Realmente es un método genial para lograr la igualdad!

En los tiempos que corren, la idea de una sociedad igualitaria va ganando terreno frente a la antigua concepción machista del mundo; sin embargo, de un modo casi sibilino, se ha impuesto la llamada “discriminación positiva”. Lo primero que nos preguntamos es qué tipo de discriminación puede llegar a ser positiva, y la respuesta a la que llego es que ninguna. Ahora… ¿en qué consiste una discriminación positiva? Muy simple, en que una mujer obtenga una serie de ventajas por el mero hecho de ser mujer. A la hora de montar una empresa, por ejemplo, una mujer tiene casi un 200% más de subvenciones. Por ser mujer. ¿Es eso justo? Yo creo que no. Y lo mismo pasa a la hora de pedir un préstamo al Estado para la primera vivienda. ¿Adivináis quién lleva ventaja? ¡Las mujeres, sí señor!

Si intentamos propugnar una sociedad igualitaria, lo primero que debemos hacer es ser igualitarios, dejar de hablar de hombres y mujeres y empezar a hablar de personas. Recuerdo ahora el caso de las Ministras de del presidente Rodríguez. Para propugnar una política de “igualdad” hizo “lo lógico”: discriminar. Quiero que quede bien claro que lo de la “paridad en el Gobierno” a mí me parece una mamarrachada de campeonato: gracias a ese gesto, nadie se toma a las Ministras en serio, porque queda la impresión de que “están ahí por ser mujeres”. Desde la Lewinski, nunca dos tetas consiguieron tanto. Lo triste es que puede que las Ministras sean gente preparada y válida, pero gracias al gesto de su Presidente, nunca seré capaz de verlo. Si queremos ser igualitarios, seámoslo. Yo quiero a los más válidos en cada puesto, y dudo seriamente que se lleve un ministerio con el pene o con las tetas, así que me da igual que sea hombre o mujer.

El feminismo también me resulta ridículo en el día a día. Una vez le abrí la puerta a una chica para dejarla pasar antes, gesto educado hasta donde yo entiendo. Pues bien, la chica se negó a pasar aduciendo que “mi gesto era una muestra flagrante de machismo, que ella sabía abrirse la puerta ella solita y que no necesitaba que yo lo hiciera”. Jo, yo sólo intentaba ser educado, pero tenía delante un claro ejemplo de envidia de pene. También me ha pasado lo contrario: discutir durante horas con una feminista de pro (de las que usan argumentos como “quiero tener a mi marido en casa cocinando y cuidando a los niños”) y a la hora de salir, ver cómo se apartaba para que le pudiera abrir la puerta. ¡Viva la coherencia!

Si de verdad queremos llegar a algo, tendremos que aceptar una realidad: los hombres y las mujeres somos diferentes, tenemos naturalezas distintas. El hombre es más fuerte y por eo en el colegio teníamos que correr en menos tiempo, y los partidos de la ATP son a 5 sets mientras que los de la WTA son a 3. Por otro lado, la mujer tiene la maternidad, y por eso me parece natural que se haya encargado ella siempre de los hijos. Es cuestión de tiempo. Si nos fijamos en las mujeres que han triunfado en el mundo de los negocios o la política, veremos que como mucho han tenido un hijo. Será por algo.

En resumen, que un mundo de mujeres sería aburrido y uno de hombres… muy sucio. Somos distintos y eso hace que todo fluya, que todo sea más divertido. ¿Para qué irse de cena sólo con los amigas… cuando te lo vas a pasar mejor si también van tus amigos, querida De la Vega?

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuanta razón hay en tus palabras jota. Este artículo lo tendría que leer más gente y no quedarse sólo entre nosotros!

Javi dijo...

Cómo mola, no había dicho nada en el foro... ¡y ya tengo un comentario tuyo! Además, como es un foro de chicos nadie va a estar en desacuerdo... jejeje

Gracias, como siempre, por leerme.

Anónimo dijo...

Pues no seré yo el que discrepe. Y es que a mi también me molesta mucho ese feminismo mal entendido que provoca cosas esperpénticas como la discriminación positiva: En concreto, lo del gobierno paritario, que ya comentas acertadamente.

Imagínate que para ministro de sanidad había un tío muy preparado idóneo para el puesto, pero no ha podido acabar de ministro porque Rodríguez ya había completado el cupo de machos en su gobierno, y ahí tocaba tía…
Es increíble que la decisión de un ministro dependa del sexo de los otros ministros. Yo opino que cada ministerio se debería asignar de forma aislada y absolutamente objetiva, sin mirar si el ministro de al lado tiene colita o deja de tenerla.
Además, estoy convencido de que si se aplicaran unos buenos criterios de elección, no haría ninguna falta ningún proteccionismo a la mujer, ya que considero que en líneas generales están más preparadas que los hombres.
Si se hiciera bien, es posible que resulte un gobierno con mayoría femenina, pero que nunca sea resultado de ningún cupo preestablecido a priori.
Estas medidas están muy lejos de la auténtica y deseada igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.
Las mujeres son mejores, no necesitan ningún proteccionismo, y el que así lo crea, me hace sospechar que él piense que sean peores.

Javi dijo...

Exacto, es como si les dieran dos puntos más al principio del examen para que "puedan estar a la altura"... ¿Qué pasa, que las tomamos por tontas? ¿Por mal preparadas? Si la respuesta es no; ¿por qué no les dejamos competir en IGUALDAD?

Un saludo Fonsi, ¡gracias por tus comentarios!

Wolet dijo...

qué bruto eres tío
a ver, subnormales hay en todos lados, y si resulta que una feminista es idiota, su problema es que es idiota, no que es feminista... estoy de acuerdo en que somos diferentes, pero tampoco de la manera en que tú lo has puesto...
de todos modos, hace algo más de una semana tuve una conversación con una amiga sobre este tema, y llegamos a la conclusión que el problema del feminismo es una especie de complejo de inferioridad, como si quisieran ser idénticas a los hombres, en lugar de desarrollar una identidad propia que estuviera en una posición de igualdad con la que disfruta el hombre...
de todos modos, yo creo que todavía hay discriminación negativa hacia la mujer
y por supuesto, sabes dónde, en mi opinión, se merece estar la ministra, y todos los políticos, independientemente de sexo o partido (es decir, a la hoguera!!)

bueno, después de este rollo, te felicito por el blog, y me apunto al club de lectores asiduos

un abrazote

Javi dijo...

Hola primo! Estoy de acuerdo en que puede que haya sido un poco radical, lo admito, pero es un tema que me saca de quicio.

De todos modos, últimamente aparecen demasiadas feministas acomplejadas (a las que tú haces referencia) en la tele y otros medios, que reciben ovaciones tras cada una de sus intervenciones. Puede que dichas ovaciones carezcan de valor, al estar formada su audiencia de viejas verdes, de las que ríen histéricas cuando se habla de sexo y que sólo saben del mundo por lo que leen (y por este orden) en el Semana, el 10 Minutos y el Hola!. (Siempre he considerado el Hola! una publicación de cierto nivel).

Sin embargo, cuando algún machista recalcitrante (con los que tampoco estoy de acuerdo) consigue que alguien se haga eco de su voz, recibe una lluvia de abucheos, posiblemente aderezada de zapatillas de andar por casa (lo más cómodo para ir a ver el programa de la Quintana).

Pues eso, gracias por dejar tu comentario y... ¡hasta pronto!

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