lunes, noviembre 17, 2008

Desorden

Primera noche de insomnio en muchos meses. Supongo que tengo mucho en lo que pensar. Demasiado, tal vez. Las ideas bullen en mi cabeza y se me hace complicado ordenarlas. Pero no me gusta el desorden, y me he prohibido dormir hasta que todo esté en su sitio.

La búsqueda de stage -prácticas donde haré mi Proyecto- está haciendo que me plantee seriamente por primera vez lo que quiero de mi vida. Resulta chocante, descorazonador, darse cuenta de que no tienes ni puñetera idea de cómo funciona el mundo realmente. Ver que los plazos se acortan, que tienes que decidirte ya y que no quieres equivocarte.

Y mientras tanto, el tiempo pasa. El tiempo pasa y te vas convirtiendo en una persona distinta a la que llegó a Francia hace tan sólo un año. Y aunque empiezas a parecerte a esa persona que siempre quisiste ser, una parte de ti se siente perdida. Sola.

Tengo ganas de que llegue la Navidad.

Esta semana comparto cama con "La Divina Comedia", de Dante. Yo, por ahora, no me he reído demasiado :)

PD: La mitad de mis links han muerto... ¿tanto llevo desaparecido?

lunes, mayo 05, 2008

Vuelta a la rutina

Hace ya algunos días que intento infructuosamente escribir algo para el blog. Noche tras noche, me acuesto de madrugada dejando tras de mi un acusador reguero de .doc's, prueba de una preocupante y asquerosamente familiar esterilidad creativa.

Aquí se acaban las vacaciones y empieza de nuevo la rutina. Esa rutina que convierte la vida en algo meramente administrativo, monótono y organizado. Que hace que cada día se parezca al anterior más de lo que debiera. Que, a fin de cuentas, te ayuda a no distraerte y hacer lo que has venido a hacer.

Puede que por eso la gente diga que estudiar aquí es bastante parecido a trabajar en una multinacional. Como los chinos, pero sin tener que coser balones.

Bienvenidos a la rutina.
Bienvenidos a la rutina.
Bienvenidos a la rutina.
Bienvenidos a la rutina.
...

PD: Al menos mañana me llegan los libros que compré por amazon.

Pese a todo, he decidido poner a la rutina, como al mal tiempo, buena cara. A fin de cuentas, podría ser peor...

viernes, marzo 21, 2008

De las razones para no escribir

Hola a todos. O a los que queden. Después de más de medio año en silencio, no me extrañaría estar, como lo estuve en un principio, escribiendo solo.

Tal vez sea mejor así.

El caso es que llevaba ya un tiempo dándole vueltas a la posibilidad de hacer algo con el blog. Volver a escribir. Cerrarlo para siempre. En definitiva, sacarlo del limbo vajillil en el que lo dejé abandonado el veintiuno de agosto pasado. E incapaz de decidir, había decidido dejar pasar el tiempo.

Hasta hoy.

Esta noche, sin me he visto atrapado, como tantas otras noches antes, entre la madrugada y el pop rasgado y quejumbroso de mi iPod.

Ponerse a escribir era ya del todo inevitable.

Puede que razones para no escribir las haya en un número mayor o igual a las que haya para hacerlo. En primer lugar, hace algún tiempo que no estoy triste. Ni angustiado. Y en cierto modo, esos fueron los motivos que propiciaron el nacimiento de este blog. No resulta del todo extraño pensar que, una vez cumplida su misión, éste desapareciera.

Después de todo, las cosas viejas suelen acabar en la basura.

Sin embargo, una parte de mi se resistía a pensar que dos años de insomnio y reflexiones, dos años de mi al fin y al cabo, acabaran en algún basurero virtual de vete tú a saber qué parte del Sillicon Valley, California.

Porque en realidad no quiero dejar escapar este pequeño espacio donde refugiarme de la vertiginosa vorágine –qué dos palabras más bonitas y más sonoras- del Erasmus, esa suerte de Gran Hermano financiada por la Unión Europea en la que muchos estudiantes de mi generación nos hemos visto inmersos.

Pero ya habrá tiempo para hablar de eso.

Por ahora sólo me queda daros, a todos, una calurosa bienvenida al blog.

No sabéis cuánto lo echaba de menos.

martes, agosto 21, 2007

La vajilla buena

En mi casa, cuando se trata de bajar al trastero, siempre soy yo el elegido. A veces pienso que la puerta tiene truco y soy el único que lo conoce, porque otra razón no se me ocurre. Pero ese no es el tema.

Hace un par de meses, mientras hacía hueco a unas nuevas maletas, topé con unas cajas en las que nunca había reparado. Al volver a casa, la respuesta de mi madre me sorprendió un poco: “debe de ser la vajilla buena”.

Más tarde, cuando le pregunté por ella, mi madre me explicó que compró al casarse la vajilla buena, esperando estrenarla en la primera ocasión especial que se le presentara.

Pasaron los meses, y la vajilla seguía en su caja, hasta que acabó cayendo en el olvido. Al cabo de unos años, guardada en el trastero, todos se olvidaron de ella. Mis padres compraron otra vajilla y olvidaron haber tenido nunca la anterior.

Hasta que yo tropecé con ella.

El caso es que todo esto de la vajilla me hizo pensar. Por miedo a estropearla, mi madre nunca llegó a disfrutar de aquella vajilla que en su momento le hizo tanta ilusión y ahora, veintiséis años después, ninguna de sus piezas había salido nunca de su embalaje.

A las personas nos pasa a veces lo mismo.

No puedo evitar pensar en aquella vajilla como aquellas cosas que conseguimos pero que no somos capaces de disfrutar por miedo a estropearlo; en los miedos que nos acompañan antes de dar un gran paso.

Y aunque es perfectamente normal sentir miedo ante el cambio, no debemos amilanarnos ante los obstáculos, sino que debemos seguir adelante.

Porque nunca podríamos perdonarnos olvidar algo que podría cambiar nuestras vidas durante veintiséis años en el fondo del trastero.

Al fin y al cabo, de lo único que debemos arrepentirnos es de las cosas que no hemos atrevido a hacer.

miércoles, agosto 01, 2007

La isla

Dicen que todo lo que consigues en esta época de tu vida es para ti mismo. Que al final serás tú y sólo tú el que recoja los frutos del esfuerzo, de cada pequeño sacrificio que hagas. Que todo lo que haces, lo haces para ti.

Y no es verdad.

Hace algún tiempo que leí una frase que ha vuelto a mi mente estos días: ningún hombre es una isla.

Y recordando, me he dado cuenta de que siempre tengo gente a mi lado, que sufre y se alegra conmigo, que nunca me abandona. Gente que me da fuerzas para seguir cuando voy a bajar los brazos; gente que da sentido a cada uno de mis pequeños triunfos, gente que me empuja a ser mejor, a esforzarme más, a conseguir todo lo que me propongo.

Porque sin ellos puede que no hubiera conseguido nada.

Y aunque a veces me abruma la responsabilidad de sentirme depositario de los anhelos e ilusiones de aquellos que me rodean, en cierto modo resulta reconfortante sentir que lo que hago significa algo para los demás.

Porque, afortunadamente, ningún hombre es una isla.

miércoles, julio 11, 2007

Motivación

Hoy el iPod parece decidido a no dejarme dormir.

Mientras intentaba conciliar el sueño, cascos en ristre tal y como dicta mi costumbre, he empezado a repasar mi periplo universitario, que con el curso que ahora acaba, durará ya seis años.

Pasan por mi cabeza entremezclados los momentos felices y los tristes, las cosas aprendidas, la gente conocida. Los errores, las grandes decepciones y también las pequeñas satisfacciones del día a día.

Y mientras el iPod me sigue escupiendo canciones a quemarropa, empiezo a sentir la urgente necesidad de poner fin a todo esto, de seguir adelante y acabar con lo que he empezado.

Sumido en mis pensamientos, miro la hora para ver que ya son las cuatro; en los cascos, un poco de calma: el iPod parece querer darme una pequeña tregua y no voy a desaprovecharla.

Y mientras cierro los ojos me conforto pensando que mañana será un nuevo día, y que entonces quedará un día menos.

Por cierto, os prometo escribir pronto sobre otra cosa. Supongo que en este momento de mi vida no pienso en nada más.

Gracias por estar ahí.

martes, julio 03, 2007

Emoción, intriga...

Recuerdo que, de pequeño, las grandes revelaciones venían precedidas de la fórmula “emoción, intriga y dolor de barriga”. Y, por extraño que parezca, puede que sea el mejor modo de describir mi ansiedad frente al examen de mañana –que ya es el último-.

En los últimos veinte días me he ido obsesionando poco a poco con esta asignatura, con este examen, con la idea de tener que hacerlo bien; ahora, completamente preparado para enfrentarme a él, aparece la ansiedad del que sabe que no debe fallar.

Siempre he pensado que los exámenes son absurdos. Que haciendo proyectos o trabajos se medirían los conocimientos del alumnado de un modo mucho más justo. Que a veces, independientemente del esfuerzo y empeño puestos en el estudio, quedamos a merced de la suerte, de una “idea feliz” que nos rescate en mitad de un problema.

Pero las cosas son como son.

Vuelvo al estudio, a rebañarle las últimas horas a este día que me queda. Porque, como dice mi padre, “cuanto más estudias, más suerte tienes”.

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