jueves, septiembre 28, 2006

Insomnio

Anoche no podía dormir. Metido en la cama, lidiaba con pensamientos que me habían abandonado hace años, y que volvieron de repente para agitar mi conciencia.

Supongo que, como todo el mundo, durante estos últimos años, he conocido y despedido a mucha gente. Sin embargo, me resisto a aceptar que algunas de esas personas hayan abandonado mi vida para siempre; albergo la tonta esperanza de que un día, como sus recuerdos, irrumpan de nuevo en mi vida y volvamos a empezar de cero, una amistad nueva, algo distinto.

Buceando, pues, en mi iPod, mientras intentaba conciliar el sueño encontré esta canción de Kings of Convenience, “I don’t know what I can save you from”, y me di cuenta de que tal vez no sea tan difícil; tal vez baste con llamar a una puerta para que te la vuelvan a abrir.

You called me after midnight,
it must have been three years since we last spoke.
I slowly tried to bring back
the image of your face from the memories so old.
I tried so hard to follow,
but didn't catch a half of what had gone wrong,
said "I don't know what I can save you from. "
I don't know what I can save you from.
I asked you to come over,
and within half an hour,
you were at my door.
I had never really known you,
but I realized that the one you were before,
had changed into somebody for whom
I wouldn't mind to put the kettle on.
Still I don't know what I can save you from.
I don't know what I can save you from.

domingo, septiembre 24, 2006

Mariconadas, las justas

Estoy muy indignado. No cabe otra palabra. Una cosa es que respetemos lo que cada uno hace en su casa, y otra que tengamos que tolerar lo que no se puede calificar sino de ataques sexuales. Porque si yo hubiera actuado del mismo modo con una chica, no me cabe ninguna duda de que ahora mismo estaría en una comisaría.

Describiré la situación: hace una semana quedé con unos amigos para ir a escuchar un concierto de jazz en el Black Note. El concierto prometía: Ximo Tébar y su banda, y el ambiente estaba bastante guay. Nos apostamos a un lado del escenario, gin-tonics en ristre y esperamos a que empezara el concierto. Hasta aquí, sin problemas.

Al cabo de media hora, como seguía calado por la lluvia que nos había pillado de camino, decidí ir al baño a intentar secarme un poco. Y allí comenzó mi calvario. Cuando llevaba un par de minutos dentro, entró un chaval que tendría más o menos mi edad, melenita, camiseta y vaqueros. Tras intercambiar los clásicos comentarios de cuarto de baño (“el concierto está guay”, “la verdad es que el batería toca genial”), me dirigí hacia la salida… y de repente noté algo. Sorprendido constaté que el otro chico no sólo me había tocado el culo, sino que me lo había pellizcado. Le miré, lo aparté y salí avergonzado del baño. No paraba de repetirme que había malinterpretado al chaval. Sí, había sido eso, sin duda, así que no tenía por qué comerme la cabeza…

Y aunque no entraba en mis planes iniciales, las cervezas que nos habíamos bebido antes empezaban a hacer su efecto; así que, muy a mi pesar, me levanté para ir al baño. El destino, tan caprichoso, quiso que al poco de entrar yo, lo hiciese también el chaval de antes. Pero no pasaba nada, sólo era una coincidencia.

Y en efecto, al principio no pasó nada. “Eres un paranoico, Javi”, pensaba. Pero cuando me estaba lavando las manos, intentó entablar conversación conmigo: que si el pianista no estaba a la altura, o la chica que cantaba sonaba “muy negra”, y cosas por el estilo. Pero, harto de tentar a la suerte, yo sólo quería irme de allí, así que repuse educadamente que tenía que volver; me dí media vuelta y… ¡otra vez! ¡ese tío había vuelto a tocarme el culo! Ya no había duda: ¡ese tío acababa de tocarme el culo! ¡Tenía que hacer algo! Así que me giré, le empujé y le dije: "¿de qué vas?" Él me miró asustado y empezó a disculparse, para, de repente… ¡tocarme la entrepierna! ¡eso sí que era un ataque sexual en toda regla! Le empujé de nuevo (le metí en el urinario) y salí de allí. No quería líos.

Aunque creo que hice lo correcto, no paro de pensar en que tal vez hubiera debido hacer algo más, “defenderme”. Me obsesiona la impunidad con la que actuó ese tío, el que no hubiera nada que yo pudiese hacer sin montar un escándalo ridículo, lo que me hace volver al tema de un viejo artículo, “Por una tolerancia inteligente”, pero… ¿qué hubierais hecho vosotros en mi situación?

martes, septiembre 19, 2006

Decisiones

Hace ya algún tiempo que me di cuenta de que el rumbo de nuestras vidas viene marcado por pequeñas decisiones. Y es algo que nunca ha dejado de inquietarme. ¿Cómo acertar? ¿Cómo saber si uno se ha equivocado? Supongo que simplemente no hay respuesta para eso. Uno simplemente sigue el camino que ha elegido.

Pues bien, después de mucho tiempo vagando por un camino equivocado, creo que estoy tomando las buenas decisiones. No sé por qué, pero lo siento. He vuelto.

Espero que todos encontréis vuestro camino.

domingo, septiembre 10, 2006

Dios proveerá

Hoy he sabido a través de elmundo.es que los padres de Benedicto XVI se conocieron a través de un anuncio en un diario católico. El anuncio rezaba: "Modesto funcionario del Estado, soltero, católico, de 43 años, con derecho a pensión, quiere contraer matrimonio con una muchacha católica, que sepa cocinar y a ser posible coser".

Esto me ha hecho pensar en el papel que desempeñan ciertas redes sociales (un término muy de moda) a la hora de buscar pareja.

Sin necesidad de buscar demasiado, encontramos el caso de Carles: lo que parecía un viaje puramente espiritual a Taizé, desembocó en una relación que ya dura un par de años. Y todo el que esté medianamente familiarizado con Xaire (el grupo de Fe del Colegio del Pilar) sabrá que allí se sigue una política que podríamos llamar “todos con todos, pero sólo entre nosotros”.

Pero estos no son casos aislados: el Vedat y el Gualadaviar; fraternidades, el coro de la parroquia… son otros ejemplos de cómo la búsqueda espiritual no tiene por qué llevar exclusivamente a Dios…

Por esto hoy, que es domingo, me planteo que tal vez sea el momento de volver a acudir con más asiduidad a misa; tal vez Dios tenga algo pensado para mí...

sábado, septiembre 09, 2006

La Rifa de Gran Hermano

Hace un par de días que empezó la nueva edición de Gran Hermano. Para el que haya vivido fuera de la Tierra (después de lo que le han hecho al pobre Plutón, me da miedo llamarle Planeta Tierra) durante la última década, diré que Gran Hermano es un “experimento sociológico” que se viene repitiendo de forma televisada durante los últimos ocho años.

Dicho “experimento” (la verdad, me parece un modo demasiado generoso de llamarlo), consiste en encerrar juntos a una docena de estereotipos. En la casa podemos, por tanto, encontrar empresarios ligones, soldados traumatizados, ex prostitutas, buscavidas, musculitos de gimnasio, vírgenes acomplejadas, madres solteras… Lo fundamental es que se trate de gente sin demasiadas luces, desinhibida, intolerante, vaga y, en las últimas ediciones, bastante guarra.

Visto así, parece mentira que media España (y la otra media, aunque no lo reconozca) esté pendiente de las andanzas de la casa de Guadalix de la Sierra. Porque de eso no hay duda: en términos de audiencia, el programa continúa en forma; parece como si los españoles nunca nos cansásemos de, año tras año, tragarnos la misma basura.

El hecho sobre el que quería llamar la atención es una de las novedades de esta edición. En un intento de “democratizar” Gran Hermano (personalmente, nunca he visto demasiada transparencia en los criterios de selección), se hizo un llamamiento popular: se rifaría una plaza en el programa entre todos los que acudieran al plató. En un país como este, la respuesta era bastante previsible: desde la madrugada del día anterior, la gente se acumulaba a las puertas del estudio para, según las entrevistas que les hacían a pie de calle “no pegar un palo al agua nunca más”.

Al final, como estaba previsto, se llevó a cabo el sorteo. Sin embargo, hubo un problema: alguien confundió un 7 con un 1 (ya he dicho antes que no tenían demasiadas luces), entrando en la casa el aspirante número 133 en lugar del 733. ¡Debacle!

Pero la tele es justa. Ha comenzado un llamamiento al desafortunado 733, con la intención de que se incorpore al programa en los próximos días.

Así comienza Gran Hermano VIII. Y espero que sea el último. No sé, ¿acaso no sería posible que, de repente, la gente abriese los ojos y se diese cuenta de que hay que dejar de alimentar al monstruo? Ya sabéis, siempre he sido un iluso…

jueves, septiembre 07, 2006

La cafetera

En pleno repaso del examen de mañana, hago un inciso para prepararme una cafetera. No es capricho, sino tradición.

Hace ya algunos años que me aficioné a beber café durante las tardes de estudio: evita que me pase con la coca-cola, está bueno y además me despeja y reconforta. Además, encuentro una pequeña satisfacción al preparar un buen café.

Mientras espero al borboteo que me indica que mi café está listo, aprovecho para poner en orden mis ideas, organizarme el resto del día, pensar en esas pequeñas cosas que marcan la diferencia.

Hace algún tiempo mi padre compró una cafetera Nespresso. Es limpia y el café siempre es excelente. Pero ya no hay borboteo.

Por eso, cuando estoy de exámenes, rescato la vieja cafetera del armario para, de nuevo, con su borboteo, sentir que hay cosas que nunca cambian.

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.