jueves, julio 06, 2006

Por una tolerancia inteligente

Como todos sabemos, vivimos en un país en el que protestar está bien visto. A diario, nuestros telediarios se ven salpicados de imágenes de manifestaciones, marchas o charlas en contra de esto o aquello, donde los organizadores, aupados en el atril que la televisión pública les ofrece, nos adoctrinan acerca del amor libre entre hombres y animales, el libre uso de drogas, la adopción homosexual y demás mamarrachadas.

Amparados en la manida “libertad de expresión”, a menudo nos vemos obligados a soportar discursos absurdos, en ocasiones incluso insultantes, ante los que no podemos protestar a riesgo de convertirnos en unos “fascistas” y “represores”. Y no es algo nuevo.

He leído en el periódico que el colectivo homosexual tiene la intención de manifestarse en Valencia durante la visita de Su Santidad Benedicto XVI, en lo que han venido a llamar “reivindicación de sus derechos”. Una vez más, toca tragar impasibles ante tal desfachatez.

El colectivo gay en España hace tiempo que dejó la marginalidad, pasando a convertirse en un ente ubicuo: basta con poner la televisión a cualquier hora del día para comprobar que todo programa que se precie tiene en nómina su preceptiva maricona. Sin embargo, este colectivo continúa con sus “reclamaciones históricas”, amparado en el victimismo que tan lejos les ha llevado y que, además, les convierte en intocables. ¿O acaso ir contra ellos no supone un suicidio social?

No quiero decir con esto que esté en contra de la homosexualidad: siempre que sea consentido, lo que cada uno haga de puertas para dentro es algo de su exclusiva incumbencia. Además, un gay, siempre que no sea una locaza, no deja de ser un tío normal, respetable.

Lo que encuentro realmente mosqueante en la noticia no es la manifestación en sí, sino que se haya elegido una ocasión tan señalada para llevarla a cabo. Por lo visto, para un colectivo que clama al cielo en pos de mayor comprensión social, de mayor tolerancia, el respeto hacia las creencias de sus convecinos no es algo demasiado importante; o lo que es lo mismo: mientras todos tenemos que aguantar que Pepe y Juan, para horror de muchos, se paseen medio en bolas por la ciudad en una carroza rosa, encontramos que una visita de una magnitud como la de Su Santidad, no merece para ellos el mismo respeto, ni por el Papa, ni por los fieles que congregará.

Es triste comprobar de nuevo que nuestra Iglesia es repetidamente vapuleada en público por un montón de gente que se ampara en su “libertad de expresión y de credo”, no permitiendo, eso sí, que se juzguen sus creencias y formas de expresión con sus mismos criterios.

Por todo esto, creo que ha llegado el momento de decir basta.

Basta ya de mamonadas, basta ya de ser “políticamente correcto”, basta ya del “compañeros y compañeras” que tanto me chirría al oído, basta ya de tragar con los victimismos, basta ya de sentirnos culpables por ser normales. Para mí, se ha acabado el tolerar lo intolerable, porque desde hoy pienso ejercer una tolerancia inteligente.

4 comentarios:

Alfonso dijo...

De la misma manera que debemos dejar total libertad al coletivo homosexual para manifestarse y reclamar sus derechos, tantas veces como ellos consideren, y censurable sería la actitud de intento de boicoteo de esas manifestaciones, creo que igualmente se atentaría contra la libertad de expresión si cualquier colectivo intenta boicotear o contraprogramar la visita del Papa , o del Dalai Lama si viniera, o del cualquier otro líder religioso. Se puede estar deacuerdo con lo que promulgan o no, se pueden expresar las opiniones divergentes, pero si a ti te han dejado organizar tus fiestas y encuentros, deja a los demás que hagan lo mismo, y ahora respetemos su turno.
Otra cosa sería cuestionar el derroche organizativo a costa del erario público de dicho encuentro, que lo cuestiono, pero el derecho a organizar sus concentraciones y a expresarse sin boicoteos lo tienen como todos.
El dia del orgullo gay a nadie se le ocurre salir con pancartas homófobas , porque no procede, porque ese día les toca hablar a ellos.
Ni soy Homofobo, ni Homosexual, ni entusiasta por la visita Papal, pero si fuera alguna de esas cosas no boicotearía las otras.

Javi dijo...

El fondo del asunto, al que quería llegar, es que en España está demasiado "de moda" protestar contra cierto tipo de estamentos.

Todos sabemos que el pueblo siempre es más crítico con un gobierno de derechas que con uno de izquierdas, y del mismo modo, cualquier persona que haga gala de sus ideas "liberales", siempre encontrará aprobación en la opinión pública, mientras que las manifestaciones del PP, por poner un ejemplo, son tachadas de "franquistas".

En cuanto al gasto público al que haces referencia, quisiera hacer un par de puntualizaciones:
1) Gran parte del gasto lo han sufragado empresas de modo voluntario, en partidas tales como la decoración (el Corte Inglés), el altar (Ros Casares y otros) y demás.
2) El despliegue policial es necesario dada la aglomeración de gente que está previsto que haya. Nuestro deber como valencianos es hacer que nuestros huéspedes estén tan a gusto como sea posible.
3) La visita del Papa generará mucho más de lo que cuesta: entre gente que vendrá y conocerá la ciudad, la publicidad que supondrá que en todas las partes del mundo se retransmita la misa del Papa desde la Ciudad de las Artes y las Ciencias, que, aunque no haya sido diseñada por Ferrater, no deja de ser una joya arquitectónica, y el dinero que la gente gastará, así como los trabajos que han generado (memorabilia, banderas y demás han sido confeccionados por empresas valencianas).
4) Que se haya elegido Valencia como sede de un encuentro de tales dimensiones, hace que me sienta orgulloso de ser valenciano.

Anónimo dijo...

no deberías ser primero inteligente?

Javi dijo...

Puede ser, pero como en este país hasta los necios tienen voz (y voto, sólo hay que ver quién nos gobierna), he decidido que iba a hacer oír también.

Además, inteligente o no, al menos doy la cara, así que te invito a expresar tu punto de vista de un modo razonado e intentar convencerme. Como lamentablemente eso es mucho más difícil que insultar, tampoco tengo mucha fe en que lo hagas.

Un saludo. Espero que te atrevas a recoger el guante que te he lanzado y me digas por qué crees que estoy equivocado.

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