jueves, agosto 17, 2006

Crónica de un FIB anunciado, Parte I

Durante semanas parecía que el día no iba a llegar. Que iba a pasar algo. Que me iba a quedar sin FIB; que tantos meses de cuidadosa planificación, mentalización y captación de efectivos se iban a quedar en nada. Parecía que las hojas no quisieran caer del calendario, que nunca llegaría el 21 de julio…

La clase de francés resultó más interminable de lo habitual; ataviado con mis pantalones cortados la noche anterior (me quedaron que ni el de la barba de bricomanía), la camiseta más rockera que encontré en mi armario y unas All-Star nuevecitas, visualizaba los conciertos de los que esa noche sería partícipe mientras apretaba con fuerza mi entrada, el más preciado de mis tesoros en esos momentos. Fuera esperaban Jorge, Álvaro y Pablito, que con su incombustible Golf nos había librado del viaje en tren hasta Benicassim…

Al llegar, tras hacer una parada para que Pablito recogiese su entrada VIP (como se encargó de recordarnos durante todo el día), nos acercamos a retirar las pulseritas amarillas que, un poco más tarde, nos permitirían la entrada al recinto… ¡por fin éramos fibers!

La siguiente parada era la casa de Javi DJ, el miembro más anti-fibero del grupo (él no se mezcla con guarros), que gracias a su hermano (el incombustible Gololo) había conseguido un par de entradas, lo que significaba que tanto él como su “sosi”, Lopa, se unirían al grupo. Y fue durante el trayecto a su apartamento cuando nos dimos cuenta de una cosa: el FIB, entre otras muchas cosas, significa calor y cansancio. A un dan-up de distancia de un Mercadona atestado de guiris, llamamos al DJ para que pasara a recogernos. El calor era insoportable.

Dice la sabiduría popular que lo mejor para el calor es un buen chapuzón; y como la opción de Aquarama (la aventura te llama) no tenía demasiada fuerza, acabamos comiendo en el barco de los Aznar… La travesía nos sirvió para animarnos, visitar una playa nudista (frente a la que nos bañamos, aunque sólo los Javis hiciésemos “palmerita”), y empezar a beber cerveza, algo que ya no pararíamos de hacer en todo el día.

Pero ya tocaba volver. Al pisar tierra, cambiaron los semblantes. Nadie lo dijo, pero todos sabíamos que en ese momento empezaba lo serio. Mudamos nuestros cortos y casposos bañadores por unos más apropiados atuendos fiberos, y pusimos rumbo al recinto, haciendo una pequeña parada en el Mercadona para comprar cinco o seis litronas, que en un ejercicio de ingeniería (no hace falta que diga que se me ocurrió a mí), refrigeramos con maestría. El calor apretaba y aunque la cerveza estaba fría, todos fuimos despojándonos de nuestras camisetas. ¿He dicho todos? Quería decir todos menos Lopa. De hecho, uno de los grandes momentos del FIB fue aquél en el que todos (menos Lopa) nos quitamos la camiseta.

Medio en bolas y mareados, cada vez estábamos más cerca. El concierto de Babyshambles empezaría en breve, así que apretamos el paso y, por fin, como si de un oasis se tratara, el camino de la muerte se abrió ante nosotros. Habíamos llegado.

(continuará)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que grande el volver a recordar aquel día. El FIB fue una experiencia inolvidable, plagada de anécdotas y risas. Como ya comentamos anoche, tenemos que volver el año que viene sin falta.
Actualiza pronto javi, que tengo ganas de leer el Episodio II.

Alfonso dijo...

Eso, el año que viene todos los putos días todos! Por cierto, ¿no hicisteis eso tan propio de los tíos de comparar las palmeritas?
Por otro lado, veo que tú también empiezas a recibir comentarios automatizados, yo he preferido antes que tener que aprobarlos, lo de que el que comente escriba una palabra de la imagen, que es más inmediato y te lo recomiendo. Abracito

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