lunes, diciembre 18, 2006

Cinco Minutos

Despierto y la casa está silenciosa. Un poco de luz se cuela por las ventanas, pero es agradable, no me molesta. Los auriculares que, como siempre, han acabado en el fondo de la cama, aun escupen algunos acordes de “Meeting Paris Hilton”, de Cansei de Ser Sexy, que me bajé la noche anterior. Miro al techo. Así, tranquilo y calentito en la cama, soy feliz.

El despertador no tarda en interrumpir el idílico momento. Suena y suena, y con cada pitido parece decirme: “despierta, holgazán, te espera un largo día… ¡fuera de la cama!”. Lo miro con una mezcla de incredulidad y odio para, tras un par de segundos de duda, apagarlo. Se me cierran los ojos.

Cinco minutos más tarde, despierto de nuevo. El despertador debe de haber sonado, pero no recuerdo haberlo apagado. De lo que sí que estoy seguro es de que no me he despertado yo solo. ¿Por qué no recuerdo que sonara?

No encuentro respuesta a mi pregunta, y al final salgo de la cama, desayuno, me ducho y visto. En la calle hace frío: el sol de diciembre no calienta por las mañanas. Se empiezan a ver bastantes bufandas.

Me arrellano en el asiento del bus. Miro por la ventana mientras me organizo el día. La gente tiene cara de sueño, nadie habla. Una señora mal vestida parece triste. Mira algo dentro de su bolso de un modo bastante obsesivo. Me pica la curiosidad, pero la etiqueta me obliga a ocuparme exclusivamente de mis asuntos, y yo soy un chico educado.

Llego a la facultad un poco antes de la hora. La cola de la máquina de café crece por momentos. Considero incorporarme, pero ese café es vomitivo. Entro en clase, dejo mis cosas y me siento.

Mientras espero aburrido la llegada de mis compañeros, bostezo, sin poder evitar pensar que debería haberme quedado cinco minutos más en la cama…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha pasado lo mismo docenas de veces! Esos 5 minutos, que pensándolo friamente no van a ningún sitio, se convierten una gozada si los pasas en la cama.
Y hay días en que esos 5 minutos se convierten en 15, y pasa de ser una gozada a ser casi los 15 mejores minutos del día.
Incluso hay veces que prefiero llegar a clase 10 minutos tarde, y quedarme 10 minutos más en la cama, lo agradeczo muchísimo.
1 abrazo dormilón!

Javi dijo...

¿Hay algo mejor que remolonear en la cama?

La respuesta es NO.

Con el post quería, además de ensalzar esos quince minutos robados al día, honrar a la cotidianeidad, tan denostada a veces, tan olvidada.

Las cosas que nos pasan todos los días también son importantes.

Un abrazo!

Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.